El origen
El concepto de barrica tal y como hoy la conocemos tiene su origen en los recipientes que los Celtas inventaron con el fin de poder transportar líquidos y más tarde, también para la elaboración de bebidas como la cerveza. Inicialmente transportaban los líquidos en recipientes que hacían con los propios troncos de los árboles y cubrían con unta tapa. Éstas fueron evolucionando hasta convertirse en las barricas que actualmente conocemos, perfectamente estancas gracias a la forma de las duelas.
La barrica ha sido elemento muy importante en diferentes culturas y, en ocasiones, con curiosas aplicaciones como la que describe Julio César en su «Guerra de las Galias», donde describe la barrica como un arma de guerra lleno de productos inflamables capaces de originar graves pérdidas en los ejércitos.
Se han encontrado restos arqueológicos de barricas en las proximidades del Rhin y del Danubio pero no en España ni en Italia debido a que el clima es más propicio para su elaboración en latitudes más próximas al centro y norte de Europa.
En realidad el objeto como tal existe desde su origen, obviamente, pero no se le comienza a designar como «barrica» o «tonel» hasta el siglo V, es por ello que parte de su historia se conoce gracias a representaciones gráficas como la de la columna de Trajano, donde se representan barricas en sus bajorrelieves.
Barricas en la columa de Trajano – Fuente: Flickr
Barricas en la columna de Trajano – Fuente: Flickr
A lo largo de la historia, la barrica fue ganando terreno a las ánforas y otros recipientes de barro debido a la fragilidad de éstos. Además, a igualdad de tamaño, la barrica tiene menor peso debido a que la densidad de la madera es inferior a la del barro. Este paso se produjo en época de los romanos y se ha conservado, con sus evoluciones, prácticamente hasta nuestros días.
El término «tonel» vino designado cuando la barrica se impuso en el transporte de vino en barco lo cual permitió el comercio del vino, y el término «tonelaje» se refería a la cantidad de toneles que el barco podía transportar. Más tarde, hacia el siglo XIX con los viajes de ultramar y los largos viajes en barco en condiciones poco adecuadas se evolucionó en el empleo de las maderas, donde normalmente las más empleadas eran las de cada zona hasta que la madera de roble se fue imponiendo aunque en algunas zonas se siguen haciendo, a día de hoy, barricas de castaño o pino, en función de las características del vino que se quiera obtener.
Fuente de la información – Cuadernos de Aragón: Juan Cacho Palomar «El roble,la barrica y la crianza del vino tinto»